El mundo de hoeman

"Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor."

sábado, abril 10, 2010

Reflexión sobre el periodismo... y las opiniones

Yo creía que el periodismo era otra cosa, que no era ir siempre por detrás, interesado en lo más estúpido de la gente, que no se limitaba a repetir lo obvio, que también podía ser algo creativo, no tomar notas en ruedas de prensa y servir de altavoz a los que tienen dinero para pagarlo. Me he dado cuenta de que los que hacemos los periódicos pensamos que la gente es gilipollas y hemos decidido ponernos a su altura hasta tal grado que nos hemos convertido en auténticos gilipollas...

Lo que creo es que nadie necesita una opinión más. El mundo está lleno de opiniones, todo el mundo tiene su mierda de opinión y además se empeña en que te enteres de ella. ¿Es que nadie se ha dado cuenta de que las opiniones de los demás a nadie le importan un carajo? Incluso las opiniones propias. A mí me parece que mi opinión sólo tiene valor si me la reservo para mí y para mis amigos, como mucho. Antes sólo opinaban los sabios, ¿y ahora?, he oído un huevo de veces eso de "tengo derecho a expresar mi opinión", pues no, te la guardas para ti. Estoy de las opiniones y de los periódicos hasta los huevos. Basta ya, tener opinión debería ser algo excepcional, algo pensado, estudiado, meditado,...


Solo, personaje de Cuatro Amigos, de David Trueba.

jueves, abril 08, 2010

Declaración de sentimientos

Mi querido, mi queridísimo vasco, no sabes cuánto te amo, tanto que sólo recibo puñales como respuesta. Siento que te están haciendo la cama, querido, te están poniendo los tochos. Sé que vales, sé que tú, por todo del mundo, querías seguir yendo hacia adelante. En cambio, otros, parecen estar pensando en sus cosas, de vacaciones mentales, guardando ante la posibilidad de un evento importante. Llámese Mundial, llámese traición, llámese incapacidad. No tengo nada que objetar referente a la alineación con la que has afrontado el encuentro, el decisivo encuentro, de Europa League. Es más, aplaudo tu valentía. No sólo la aplaudo, sino que me bajo los pantalones, porque esa sensación de querer recuperar el orgullo perdido, amigo, queridísimo amigo, es inigualable. Lo que sucede, sin embargo, es lo mismo que ocurre con los enamoramientos por flechazo. Dicen que existen, pero yo, ni los he visto, ni los he vivido. Y los que me han contado, de los que me enterado, inevitablemente han acabado mal. Sólo terminan bien en las películas. Pero aplaudo que te hayas dejado guiar por tu subconsciente, por tus ideales, por tus convicciones. Como venía diciendo, esos flechazos, ese amor repentino y desbordante, suele finalizar en desastre. Y es que el enamorado se hace una idea predefinida de su delicada, de su ansiada, de su amada, que poco tiene que ver con la realidad. La idealiza, se ciega ante el centelleo de la pasión, se deja arrastrar por una corriente inusitada de alegría. Hasta que tras muchos palos, debe darse cuenta de que su maravillosa amada se ha convertido en una arpía, en una persona que no conoce para nada, en una mujer que poco a poco le quita el oxígeno. Entonces se da de bruces contra la pared, blasfema, clama al cielo. No debería, ya que los momentos vividos jamás se los podrán quitar, sólo lo inevitable podrá despojarle de aquello. Y lo bueno, lo mejor, es que antes de que llegue lo inevitable, podrá hacer recuento y sentir su interior, feliz, precisamente por dejarse llevar, por soñar, por no renunciar al niño interior.

Decía, querido, queridísimo Unai, que admiro tu valentía al afrontar el partido de hoy, contra el Atlético del barraquero por antonomasia, el tramposo, el encantador encantado. Sin embargo, no puedo negar, no puedo obviar, que el planteamiento no se ha visto correspondido con juego. Siento si me repito, querido, queridísimo Emery, pero tengo la sensación de que el vestuario no desea que continúes, y por ello, no se han esforzado como hubieran debido. No sólo ha faltado corazón, sino también cabeza. Y eso, permíteme que te lo diga, es pecado mortal. El árbitro no ha estado bien, nada bien, ni para uno ni para otro equipo, probablemente el mayor perjudicado ha sido el Valencia. Comprendo tu cabreo, tu indignación, pero en el fondo de tu ser, cuando seas capaz de tomar distancia, comprenderás que ése no es el problema. Debiera preocuparte mucho más la actitud de algunos de tus jugadores, recuerda la historia del fin de Julio César, querido, no es por nada, pero me da a mí que ciertos personajes no te quieren ver cerca. Curiosamente, uno de los mejores en el día de hoy, ha sido el denigrado, el denostado, el portugués, el negro. El brujo, el cabrón, el vividor, el pecador. El que merecía ir a la hoguera, quemarse vivo.

Querido, queridísimo, ha faltado sangre, ganas y sentimiento. Pero también inteligencia. Sabes que te aprecio mucho, un montón, pero no puedo cerrar los ojos, no debo, ante los errores, que a mi juicio, una vez tras otra, se vienen repitiendo. ¿Por qué razón todos los jugadores excepto Alba la piden siempre al pie? ¿Por qué se empeñan una y otra vez en entrar por el centro, hasta tenerlo todo mascadito? ¿Por qué no se prueba una de las grandes debilidades del portero rival, con disparos desde fuera del área, más aún cuando el conjunto adversario se encierra en propia área? ¿Por qué no se aprovecha más y mejor la llegada de Alba, de largo el más inteligente y voluntarioso en ataque? ¿A qué viene esa lentitud en la circulación de balón? ¿Por qué no se intentan lanzar rápidos y acompañados contraataques? ¿Por qué apenas existe movimiento, y mucho menos aún desmarques, en los futbolistas sin balón? Necesito saber, por favor, ¿por qué incidimos una y otra vez en lo mismo?

Querido, queridísimo, sabes que tienes toda mi confianza. Si fuese por mí, estarías renovado. Pero debes cuidar los detalles: vigila el cuchillo a tu espalda, también tus compañías literarias; da rienda suelta a tu libreto, atrévete, si hay que morir, que sea con las botas puestas. Al fin y al cabo, todo el mundo sabe que la vida no merece la pena ser vivida.

domingo, abril 04, 2010

Un cúmulo de tonterías, de estómagos agradecidos

No suelo leer el panfleto sectario (siendo generoso) que es el Superdeporte, a veces entro por internet, y casi siempre me llevo sorpresas. Éstos y otros periodistas valencianos se creen que por repetir una mentira millones de veces, o en su defecto, manipular los hechos para apoyar un argumento, se convierte en realidad. En la era de la tecnología aún se piensan que los aficionados son tan burros como para creer en lo que digan como signo de fe -periodistas adoremus-, cuando más bien todas esas campañas que montan resultan contraproducentes, y normalmente, como están guiadas por intereses no futbolísticos, suelen quedar una vez tras otra en ridículo. Pero parece que les da igual, ya han asumido su papel de bufones de la sociedad. Una lástima la degradación que muchos periodistas hacen de su profesión.

Manuel Fernandes es uno de los puntos de choque entre manipulación cansina y barriobajera y realidad. Además, el portugués, en cada entrevista que da, ha demostrado no ser un blanco fácil y tener la cabeza bien amueblada. Es él quien señala directamente a esos periodistas que se creen doctrinales, por una manida y consabida campaña mediática en su contra. Ya ocurrió a principios de temporada con Éver Banega, la del portugués está siendo incluso más cruel y zafia.

Paso a citar una columna que me ha llamado la atención, por lo injusta, desafortunada y fuera de lugar.

Tonterías las justitas, por Julián Montoro

Manuel Fernandes le pega desde fuera del área y el balón se cuela en la portería del Atlético. Es gol y el portugués lo celebra, busca como poseído a los fotógrafos, se golpea reiteradamente el pecho como queriendo salvar el ego al tiempo que reclama de manera ininteligible no se sabe exactamente qué. Cualquiera que lo vea y no sepa de qué va el asunto debió pensar que estamos ante una víctima del sistema, un genio incomprendido, un cerebro injustamente valorado (1). Todavía hay aficionados que se dejan engañar por estas escenas, pero no, no estamos ante un crack marginado, estamos ante un futbolista que costó al Valencia 18 millones de euros, que el jueves hizo su primer y único gol en año y pico, que apenas ha jugado un par de partidos decentes en los últimos meses y que si en algún momento se ha dudado de su profesionalidad ha sido con motivos más que suficientes (2).

Pero al final el fútbol siempre da oportunidades a todos, lo que hay que estar es preparado y dispuesto para aprovecharlas en lugar de perder tiempo y energías en otros menesteres. Y el destino ha querido que sean ellos, los que ahora están jugando por ausencia de otros, quienes decidan adónde va a estar el Valencia a final de temporada y también la próxima. No Albelda, Marchena, David Navarro, Mathieu o Miguel, como en principio parecía estar escrito (3), sino otros como Manuel Fernandes, Maduro, Jordi Alba y Baraja. Por eso a Manuel se le puede hasta aplaudir que a última hora haya tenido a bien enchufarse aunque sólo sea por subirse al tren del Mundial, porque el equipo lo necesita. Por eso queremos que hoy juegue bien, que asuma responsabilidades y haga un trabajo solidario como el jueves. Hasta le animamos a que consiga más goles como ese y más si son para ganar el partido, porque es jugador del Valencia como todos. Por lo demás, que los celebre como le venga en gana, pero tonterías las justitas. (4)


(1) Efectivamente, Manuel Fernandes está siendo víctima de un sistema corrupto, donde la profesionalidad, y especialmente la ética, brillan por su ausencia en la mayoría de ocasiones. La campaña mediática a la que se le está sometiendo es irracional e injusta, siendo el Superdeporte uno de los abanderados en ello. Fernandes tiene todo el derecho del mundo a reivindicarse y dejarles con el culo al aire. Sigan sacado pecho hasta que tengan que bajar la cabeza (algo que ocurriría, en caso de que tuviesen dignidad y respeto por su profesión).

(2) Más bien, todavía existen aficionados que se dejan engañar por panfletos y corrientes de opinión cuya intención no está del todo clara, o al menos, no parece limpia. Asimismo, quisiera recordarle, que cuando un jugador se recupera de una gravísima lesión necesita tiempo y oportunidades para coger ritmo y confianza. También, me gustaría hacerle notar que sus actuaciones en partidos anteriores no habían sido malas, por mucho que ustedes se empeñen en repetirlo, o no valorar movimientos sin balón, presión, coberturas y demás trabajo increíblemente útil para cualquier equipo.

(3) En algunos casos, como por ejemplo el de Albelda, escrito y re-escrito, a bombo y platillo, por ustedes.

(4) Efectivamente, tonterías las justas, así que deje de tratarme como si fuese un lerdo. "Tonterías las justitas".