Poesía en movimiento (Jordi Alba)
Si por algo mereció la pena ver el partido de ayer entre Valencia y Málaga, es por los movimientos sin balón de Jordi Alba en la primera parte. Majestuosos, líricos, encantadores; dañinos y molestos como picotazos de avispas (de momento no llegan a más, porque sus compañeros no le entienden), explosivos y vertiginosos como el descenso Dragon Khan de Port Aventura (iba a poner "El Palo" como ejemplo, que acojona más, pero no sé el nombre que le dieron); inteligentes y estilizados como los movimientos de los delfines; fieles y leales a su idea como los perros; mecánicos como el motor de un coche.
Un júbilo de fútbol esas diagonales interiores, anticipándose a sus defensores, o ganando su espalda; internándose en el área a la espera del remate de primeras; ofreciendo numerosas posibilidades a sus compañeros. Sólo por esos movimientos, esa verticalidad, esa intención; mereció la pena el partido.
Lástima que los compañeros no estén a su altura para interpretar estos deliciosos y abruptos movimientos. Jordi Alba, es, el rey del movimiento sin balón: de las diagonales hacia el área.
Un júbilo de fútbol esas diagonales interiores, anticipándose a sus defensores, o ganando su espalda; internándose en el área a la espera del remate de primeras; ofreciendo numerosas posibilidades a sus compañeros. Sólo por esos movimientos, esa verticalidad, esa intención; mereció la pena el partido.
Lástima que los compañeros no estén a su altura para interpretar estos deliciosos y abruptos movimientos. Jordi Alba, es, el rey del movimiento sin balón: de las diagonales hacia el área.