OJOS QUE NO QUIEREN VER: Sobre Ronaldinho

Cuesta leer una crítica sobre el comportamiento de Ronaldinho dentro de los terrenos de juego. Digo, que cuesta, porque casi nadie se atreve. Parece que es tabú. Y entonces es cuando yo me pregunto si vivo en otro mundo, porque ayer ví una acción del "crack" brasileño más propia de un boxeador que de un futbolista. Casi le parte la cara a Valera pero aquí no ha pasado nada. Y no lo digo por el árbitro, que si no lo vió, pues nada. Pero... ¿qué me dicen de la prensa? Sí, esa que es capaz de polemizar con Villa más de una semana sobre piscinas. Y yo que siempre he pensado que las agresiones eran más graves. Ni rastro. En los blogs tampoco he podido encontrar nada sobre este hecho (salvo el genial Perarnau).
Lo reconozco, Ronaldinho no me cae bien; nunca ha sido santo de mi devoción. Entre otras cosas porque pienso que tiene dos caras, una muy falsa. No hace falta observar mucho para darse cuenta. Cuando no rasca bola y las cosas no le salen como él quiere (como ayer), se desespera y pierde los nervios con demasiada facilidad. Y empieza su show de codazos, manotazos, protestas, piscinazos y agresiones. Pero a él todo se le deja pasar. Algunos lo justifican con un simple con lo que recibe... los demás no reciben, será eso.

De todos es sabido que los medios tienen a sus "protegidos" y Ronaldinho es uno de ellos. Como Sergio Ramos o Alves en la actualidad y Zidane o Hierro en su día. Ángelitos de la caridad. Mientras que otros como Javi Navarro, Pablo Alfaro, Ayala, Pablo García (hasta que fichó por el Madrid), Albelda o Zapater son los más malvados demonios que te puedas imaginar. Cuánta hipocresía. ¿O miedo a qué todos se te echen encima?

El ojeador juvenil: Elías Figueroa.

Foto: espndeportes-att.espn.go.com